El fondo teórico común de todas las teorías que fundamentan en la biología la sociedad, la moral y la política cabe ser entendido como reduccionismo biológico. Una teoría “reduccionista” es aquella que niega la consistencia propia, la lógica interna de una determinada realidad, afirmando que “en el fondo” no es más que un mero efecto superficial de la verdadera realidad subyacente. El reduccionismo “reduce” los conjuntos complejos a la mera agregación o suma simple de sus partes. “El todo no es más que la suma de las partes”- De ese modo, el reduccionismo renuncia a comprender el peso específico de la totalidad compleja, negando la influencia que ésta puede tener sobre sus partes; una influencia que en ocasiones puede ser total.
En concreto, el reduccionismo biológico sostiene que la vida cultural, política, moral, etc., de las personas es algo que no puede ser explicado desde sí mismo (desde la cultura, desde la moral, desde la política…), sino solo desde argumentos de carácter biológico. Así pues, para explicar la conducta de un individuo habremos de recurrir a argumentos que expliquen cómo dicha conducta es favorable para la supervivencia del mismo, o de la especie. En último término, y con las teorías biológicas actuales, para explicar el comportamiento de un individuo será preciso encontrar qué gen lo produce. El individuo es un fenómeno aparente de la suma de sus genes. Por lo tanto, es a partir de los genes como habrá que explicar las cuestiones sociales también. Para explicar la delincuencia, una postura reduccionista tendrá que recurrir a explicaciones que busquen genes de la agresividad, de la cleptomanía, etc., priorizándolas por encima de explicaciones de índole social.
Está claro cómo el reduccionismo logra explicar la desigualdad social: ésta es consecuencia directa del distinto reparto de genes de cada individuo; los genes se heredan en el seno de la familia: todo ello hace, si no deseable, si al menos inevitable la existencia de sociedades marcadamente jerárquicas. La familia de argumentos que conciben la sociedad como un terreno idéntico a la naturaleza, donde impera la “ley de la selva”, y que consideran, además que esto no podría ser de otro modo, pertenecen al darwinismo social.
(Grupo Pandora. Filosofía y ciudadanía. 1º bach. Editorial Akal. Madrid 2011)